Oposiciones

Para el opositor las oposiciones son una especie de "Juegos del Hambre".
Salvemos de esos Juegos a aquellos que son interinos y, al estilo de burla,  te entregan una hoja dentro del sobre (la de pegar etiqueta) en blanco. O, como el presidente del tribunal recalca lo de numerar las hojas, con un 1. Triste, aislada, la cifra pide disculpas desde su soledad.
Se han preparado, nótese, durante meses en academias de lujo donde les han machacado con lo de: "sea cuál sea el tema, calza la introducción y un listado de bibliografía y la normativa"
Se han aprendido los días, fechas, nombres. No importa si durante el desarrollo del escrito no vienen a cuento.
Google, poderoso aliado del corrector, comprueba con desconsuelo que las citas no se corresponden  con el autor mencionado. O que,  en afán por escribir en francés de la Francia de los franceses, cometen el pecado del traduttore, tradittore. Listas tremendas de libros no mencionados se acompañan de índices que podrían ser válidos, si no acompañaran a esa prueba en concreto.
Otros se empeñan en, donde se pide una definición y su aplicación en la clase, colocar un tratado de lexicología, tan agradable a leer como un enema.
Alguno se relaja, al comprobar que su preparación no llega y cuenta no sé sabe muy bien qué de un ratón (no de ordenador, aclara, no se sabe si con ingenuidad o con ironía)  una trampa y algo de queso.

Y el que corrige lee, durante horas. Más allá de lo insoportable.

De cuando en cuando el bálsamo de un examen limpio, con márgenes, en francés de la francofonía,  le relaja; no se sabe porqué suelen coincidir con aquéllos que no sólo presentan bien, sino que dicen bueno y coherente. Limpio, en su justa medida, contestando a lo que se le pregunta. Y piensa que le gustaría trabajar con el opositor el curso próximo. Hemos dado con uno que salvará el primer juego sin quedar apartado.

El corrector tropieza, a continuación, con la letra ilegible, el A4 donde no hubo sitio ni para la etiqueta identificativa. Después de seis o siete horas de corrección de otros escritos,  pierde la vista, intentado no dejar a un lado a alguien que pueda decir algo interesante en esa maraña casi indescifrable de trazos en el papel. A veces es ayudado por el contenido en tan amargo continente. Otras no. El contenido es tan pobre o más que el continente.

El opositor, entre tanto, se muerde todo lo mordible esperando el día de la publicación de notas y convocatoria del oral.

No es justo. Esta no es la manera.

Ángel Martínez, presidente del tribunal X.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"UN SORBO DE LECTURA"

PROYECTO DE TRABAJO: EL CUERPO HUMANO EN EL ARTE

RECETA PARA SER UN BUEN MAESTRO