JUAN TACONES



A paritr de la historia ficcionada de un personaje inspirado en el bailaor alcalareño Javier Barón, el CEIP San Mateo está comenzando a crear recursos didácticos para la mejora de las expresiones oral y escrita. Aquí podéis leer el primer capítulo de JUAN TACONES. Seguidamente tenéis una ficha de compresión lectora.



Conociendo la historia contada y cantada de Alcalá.
Registro de salida 34. CEIP San Mateo
JUAN TACONES

Capítulo 1: Juan Tacones pasa la noche perdido en el bosque

                Una musiquilla se oía a lo lejos, cada vez más clara, más cerca. Era una musiquilla que recordaba al sonido de los laudes árabes. Juan sabía que volvería a ocurrir inevitablemente. Si aquella música se acercaba, si seguía oyéndose, no podría evitarlo; sus pies comenzarían a moverse sin control. Una fuerza superior a la suya salía de aquellos zapatos y le abrazaba los pies sin soltarlo. Aquellos zapatos con tacones obligarían a sus pies a moverse alocadamente si la música se acercaba
                Todos los pueblos tienen lugares especiales, mágicos, misteriosos, encantadores; lugares en los que pasan o pasaron cosas sorprendentes. La historia que ahora comienza ocurrió en Alcalá de Guadaira hace ya algunos años. Para aquellos que no la conozcan, diremos que Alcalá es de esos lugares a los que ya dejan de llamar pueblos y, porque se han vuelto demasiado grandes, empiezan a considerarlos como ciudades. Esto no siempre es del todo bueno. Como sabéis, en las ciudades vive mucha gente que lleva, normalmente, mucha prisa. Tanta gente y van tan aprisa que, a veces, si quieres hablar con alguien, no puedes. Así  que las ciudades son lugares en los que, a pesar de haber mucha gente,  da la sensación de que se está solo. Pues bien, Alcalá va dejando de ser un pueblo para convertirse en una ciudad.
                Esta historia ocurrió cuando Alcalá era pueblo, pueblo; un pueblo de verdad, donde toda la gente se conocía, se saludaban al cruzarse por las calles ¡y además lo hacía casi siempre sonriendo! En aquellos años los vecinos no llevaban tanta prisa y  tenían tiempo para charlar, para divertirse. Tanto es así que, incluso, y esto sí que era fantástico, las calles y plazas de aquella Alcalá de entonces se llenaban de niños y niñas que jugaban a fantásticos juegos que les divertían más, muchos más, de lo que ahora divierten los videojuegos.
                En las noches de verano las familias compartían largos momentos sentados en las puertas de las casas. Tortillas francesas, de esas que hacían que a última hora del día, en las calles de las familias de trabajadores, oliese a hogar; hamacas, tajadas de melón y jazmín en flor; esencias de una vecindad reposada y  fraternal que no llevaba prisa por ir a dormir. Y en este tiempo detenido de las noches de verano, los niños seguían jugando, ya sin levantar tanto la voz y en pijama, haciéndose amos del pueblo sin miedos de ellos ni temores de sus madres. Sin embargo, entre los niños que jugaban felices y confiados, faltaba uno. Un niño que todos los días tenía que regresar a casa antes de que anocheciese. Él no vivía, como el resto de chavales, en el pueblo. Juan, que así se llamaba este jovencito, vivía en el bosque. Su casa se encontraba en el corazón de Oromana, un fantástico lugar donde la oscuridad más absoluta caía al final de cada tarde cuando el sol dejaba nuestro cielo. Por esta razón, Juan debía regresar antes de que los senderos y caminos del bosque se confundiesen con la oscuridad de la noche, haciéndole imposible encontrar el camino correcto de vuelta a casa.
                Cruzar el puente de piedra mientras aún quedase luz de la tarde y adentrarse en el bosquecillo sin que la noche se le echase encima, era la preocupación que rondaba la cabeza de Juan en muchas ocasiones. Como a cualquier niño, también a Juan le encantaba el ambiente de diversión que se respiraba en el pueblo  cuando iba terminando la tarde. Muchas veces el tiempo corría más de lo que a él le hubiese gustado y cuando se venía a dar cuenta la tarde se le acababa. Las rutinas de las madres con las duchas de sus amigos, le alertaban y le hacía saber que un día más le tocaría correr todo lo que pudiese para poder llegar a su casa en el bosque. “¡Cruzar el puente de piedra, cruzar el puente…” se repetía Juan mientras corría. “El puente, el puente y el… ¡el castillo!” Aquel castillo árabe con cuevas en sus lomas de donde salían en muchas ocasiones extrañas músicas que despertaban al genio que hacía enloquecer a sus zapatos de tacones. Sus pies se moverían sin control. Según se acercaba al puente, al castillo, se comenzaba a oír la musiquilla a lo lejos. Ocurriría inevitablemente. Aquellos zapatos le volvería a meter en problemas si la musiquilla seguía acercándose. “¡Corre, corre, Juan, corre, antes de que estos zapatos…!
                En muchas ocasiones su madre se lo había recordado: “ya sabes, Juan, lo que ocurre si no haces caso a lo que te dijeron cuando te los regalaron. Cuidado si escuchan música porque no sabrás controlarlos y tendrás problemas”. Y así ocurrió aquella tarde que rápidamente se convirtió en noche. La música se fue acercando y los zapatos descontrolando. Por más que lo intentaba, Juan no era capaz de dejar de moverse. Se movía sin poder controlarse. Cuanto más se adentraba en el bosque a oscuras, más perdido se encontraba. De pronto la música dejó de oírse, probablemente porque ya se había alejado lo suficiente. Aquella noche se le haría larguísima en el bosque sin saber qué sendero o caminillo le llevaría de vuelta a casa. Frío, cansancio y un poco de miedo tuvo que pasar aquella noche por no haber atendido al consejo de su madre, que un buen montón de veces le había repetido que estar hasta muy tarde fuera de casa le podría acarrear problemas.




Conociendo la historia contada y cantada de Alcalá.
Capítulo 1  “Juan Tacones, pasa la noche perdido en el bosque”
FICHA DE TRABAJO 1. Comprensión lectora.

1.- ¿Qué parte del cuerpo se le movía sin control al escuchar música? (los pies)
2.- ¿Qué prenda de vestir estaba como encantada? Chaqueta, zapatos, camisa o pantalones.
3.- ¿Diríamos que ahora Alcalá es un pueblo o una ciudad?  (ciudad)
4.- ¿De dónde salía la música que escuchaba Juan Tacones? (de las cuevas en las lomas del castillo)
5.- ¿Qué pensaba Juan que tenía que cruzar antes de que llegase la noche? (el puente)
6.- ¿Dónde se sentaban los vecinos de Alcalá en las noches de verano?
7.- ¿Dónde vivía Juan Tacones?
8.-  ¿Qué le ocurrió al final de este capítulo a Juan?



Sugerencia didáctica:
1.                  Trabajar en pareja; los más aventajados con lo menos.
2.                  Aportar las preguntas de una en una y dar tiempo para que elaboren una respuesta. Posteriormente la tienen que aportar y escribir aunque sea de modo reducido.

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