Hablamos de... ¿emociones?


Posiblemente uno de los eslabones perdidos de la tarea docente es el trabajo emocional en el aula. Raras veces se plasman en los programas educativos (desde los planes de Centro hasta las propias programaciones de aula) la forma como se llevará a cabo el trabajo de este ámbito tan importante en la persona.

Sin embargo, la Neurociencia cognitiva, más concretamente la Neuroeducación, dejan claro que el ser humano es principalmente emoción y que todo aprendizaje a nivel cerebral se produce en base a una emoción. Francisco Mora lo deja bien claro, “sólo se aprende aquello que se ama”. Dicho en otras palabras, interiorizamos, aprendemos, evolucionamos y mejoramos nuestra memoria y los procesos neuronales siempre que estemos emocionalmente dispuestos, siempre que previamente se haya despertado nuestra emoción.

Si nos vamos al ámbito social, cada vez son más los estudios que demuestran la directa relación entre el éxito personal, profesional y laboral y el desarrollo de la inteligencia emocional, en muchas ocasiones incluso por encima del desarrollo académico.

Entonces, está claro que el sector educativo, en todos sus niveles de formación, debería aprovechar la información derivada de estas investigaciones y tomar cartas en el asunto, pues es ya una evidencia científica que de nada sirve transmitir conocimientos si no despiertan la curiosidad del receptor.

En el CEIP Manuel Alonso, ya nos hemos puesto manos a la obra, y este curso, el tercer Ciclo al completo está abordando el tema desde diferentes ámbitos, tomando como uno de los ejes de referencia el “EMOCIOGRAMA” junto con los “grupos de confianza”, entendidos ambos como la expresión visual de las emociones, para abordar situaciones conflictivas, detectar el interés del alumnado hacia el trabajo, o simplemente, como recurso para medir el pulso de la situación emocional del alumnado que conforma cada grupo clase.

La emoción como punto de partida.

Todo docente crítico consigo mismo y con su trabajo habrá observado y recibido de sus alumnos/as diferentes comunicados no verbales (y en algunos casos incluso verbales) sobre lo que está haciendo y diciendo en el aula, o cómo lo está haciendo y diciendo: la actitud postural, el semblante e incluso la misma mirada transmiten una valiosa información de cómo se encuentra el alumno/a en cada momento.

Pero hay una gran parte del tiempo, en la que el docente no tiene ni la más remota información de cómo se encuentran sus alumnos y alumnas, de si existen otros factores que puedan estar mermando de su predisposición para comprender aquello que se les está explicando, y ahí es donde cobra más importancia la utilización del emociograma, la herramienta que les hemos proporcionado a los chicos y chicas para que, de forma visual, tanto el profesorado como los compañeros y compañeras tengan un conocimiento rápido del estado emocional en el que se encuentran en cada momento.

Esto nos proporciona una muy valiosa información para abordar cada situación con un conocimiento previo de la predisposición de cada persona, nos permite comprobar si la percepción de la información no verbal recogida por nuestros sentidos coincide con lo que expresan en el tablón, e incuso nos permitirá profundizar en datos que desconocíamos sobre situaciones personales que les afectan en cada momento: una discusión con los amigos, problemas familiares, los nervios por una prueba deportiva cercana, etc. Toda esta información nos brindará la posibilidad de actuar en consecuencia y en consonancia, es una oportunidad para dar un giro a la sesión, a nuestra forma de comunicar en un momento concreto, de ir modelando  la forma como organizamos y dirigimos las clases para acercarnos cada vez más a lo que emocionalmente reflejan nuestros alumnos/as , en definitiva, es un buen elemento para nuestra autoevaluación como docentes, a la vez que una ventana más a la libre expresión del alumnado.



La emoción como punto de inflexión del lenguaje. La práctica en el aula.

Las posibilidades de utilización de estas herramientas son numerosas y pueden variar en función de quien las aplica y de cómo lo hace, por lo que contaremos escuetamente nuestra experiencia y modo de operar.

Antes de empezar a poner en marcha nuestra herramienta, ya la hemos utilizado durante el proceso previo de construcción de la misma para hablar y debatir en clase sobre las distintas emociones, cómo las entienden los alumnos/as y en qué situaciones se pueden presentar o las han vivido con anterioridad. Después hemos seleccionado aquellas emociones que sentimos con más asiduidad. Por último las hemos colocado en nuestro tablón. Una vez explicado el procedimiento y funcionamiento en clase, lo estamos utilizando a diario en diversas situaciones:

  • Para resolver conflictos entre iguales o también con el profesorado.
  • Expresar miedos o temores.
  • Aliviar la tensión ante situaciones que causan estrés.
  • Acompañar (emocionalmente) a las personas que pasan por momentos difíciles.
  • Manifestar nuestro interés, aburrimiento, sorpresa, alegría, tristeza… en cada momento de la jornada escolar.
  • Evitar conflictos predecibles gracias a la observación previa  de las diversas situaciones personales.
  • Profundizar en el conocimiento más detallado de los compañeros/as y de sus estados emocionales.
  • Comprender cómo nuestras acciones y/o palabras pueden influir en las emociones de otras personas y poder actuar en consecuencia.


Los diversos acontecimientos que se suceden en el día a día son el caldo de cultivo del emociograma, que se muestra siempre cambiante y con un aspecto muy diferente en cada momento de la mañana, de la semana o del mes. A partir de ahí, se nos están abriendo un sinfín de posibilidades para utilizar las distintas formas de expresión oral, escrita e incluso no verbal como formas de comunicación de los pensamientos y sentimientos. En este punto es donde ponemos en contacto las funciones del lenguaje y las emociones y sentimientos que nos predisponen o dificultan el aprendizaje.

Gracias a la información que se plasma en el emociograma, con un gesto tan sencillo como colocar tu nombre debajo de una o dos emociones que identifican tu estado de ánimo, podemos utilizar diferentes recursos a nivel comunicativo y con las diferentes posibilidades de comunicación, tanto en grupos reducidos como en gran grupo. Veamos sólo algunos ejemplos:

-       Expresión escrita. Escribimos sobre situaciones que han sucedido en clase o fuera de ella y expresamos cómo nos hemos sentido. También aportamos posibles soluciones o reflexionamos sobre las actitudes correctas e incorrectas, tanto propias como ajenas.

-       Expresión oral. Existen muchas posibilidades para trabajar tanto la expresión oral (expresión de emociones, sentimientos, opiniones sobre un suceso concreto, lectura de los trabajos realizados en la fase de expresión escrita…) como diversas dinámicas de comunicación oral, como pueden ser la asamblea o el debate, con todo el aprendizaje que esto supone respecto a los turnos de palabra, la claridad y precisión al expresarse, el respeto por la diversidad de opiniones y pareceres, etc.

-       Expresión no verbal. En numerosas ocasiones utilizamos en clase el lenguaje no verbal mediante dramatizaciones, gestos o expresiones corporales y posturales y las relacionamos con el efecto que produce en las personas, utilizamos ejemplos como una mirada de odio, sacarle la lengua a alguien o sonreír amablemente.

Para entender la utilidad y necesidad de emplear esta herramienta, bastaría observar la cantidad de oportunidades de expresión y diálogo que nos ofrece, los temas de conversación y las posibilidades de aplicar una mayor variedad de dinámicas en torno a la utilización efectiva del lenguaje en todas sus vertientes, pero es que hablar sobre las emociones supone una importante ventaja  adicional, pues mientras utilizamos el lenguaje como forma de expresión y comunicación, nos está ofreciendo la posibilidad de solucionar conflictos, detectar el nivel de motivación del alumnado, expresar nuestras preocupaciones a nuestros alumnos y alumnas, conocer las inquietudes, miedos, frustraciones, intereses, necesidades de quienes, no lo olvidemos nunca, están en una de las etapas de su vida con más capacidad de asimilación y aprendizaje, sin perder nunca de vista que “cognición-emoción es, pues, un binomio indisoluble que nos lleva a concebir de cierto que no hay razón sin emoción. Binomio cardinal para entender la esencia de lo que es enseñar y aprender” (Francisco Mora,Neuroeducación, 2013).

Enrique Montaño Cambil. Tutor de 5º A en el CEIP Manuel Alonso.

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